viernes, 8 de junio de 2007

Amaneciendo.


El día comienza en Quidico. El sol despunta desde tierra adentro despertando a los gallos que reemplazan a los perro cansados de deambular por el pueblo. El rumor del trajín cotidiano se escucha ya en algunos hogares, se encienden algunas cocinas a leña. Algunos trabajadores bajan al borde de la ruta esperando locomoción hacia el norte: Cañete, Lebu o quizás Purén, Los Sauces detrás de la cordillera de Nahuelbuta. El mar golpea con ritmo y frescura. Algunos pescadores vuelven de la playa murmurando sueños con los filiformes pescados en las manos que relumbran entre las sombras, azules y metálicos, impregnando el air matinal de olores de piedras, algas, escamas y agallas rojas.

El pueblo



El pueblo cuenta con algunos comercios, un dispensario y una escuela. Las calles no están asfaltadas y viven sólo pescadores o gente que trabaja en Tirúa o Cañete. No hay fuentes de trabajo aparte de la pesca y dos o tres restaurantes que funcionan en verano y algunos fines de semana.