lunes, 11 de enero de 2010

La playa desierta de Quidico: aterrizaje viento de frente.


Aprovechando la ausencia de las ruidosas motos y de otros vehículos a motor que destruyen la playa y los médanos, el piloto aterriza frente al mar bajo el rumor persistente de las olas. Sólo las gaviotas asisten impávidas y presumidas a la llegada del volátil de cuerdas y de tela, y se alejan engreídas dejando a su paso sobre la arena la trípode marca de sus huellas. La tarde se escurre más allá de la Isla Mocha y el sol hace bordados de espuma y encajes en el filo de las olas. Dos o tres niños se detienen a mirar un instante desde el camino, curiosos, y luego se alejan hacia el pueblo sin comprender el mágico momento que el piloto pretende guardar para siempre en su memoria: haber volado en Quidico.