domingo, 12 de abril de 2009

A la vista de los volcanes

El volcán Choshuenco se mira en el espejo del Panguipulli y señala los límites de las aguas que se precipitan hacia el Sur. A sus pies se adivina el Pirihueico y más al Norte el valle de Liquiñe último escalón que lleva hasta Carirriñe y la Argentina. Largo trecho queda, pienso. Sale a encontrarme el Villarrica que humea silencioso con la cuiquería a sus pies. Sabe que a sus espaldas la gente humilde vive sin apuro, trabaja simplemente y espera que le Ngenchén proteja los sembrados y a las comunidades de los destellos del oropel globalizado y del despilfarro del liberalismo desenfrenado. Me adentro un poco más y el bosque nativo me recibe verde, profundo, y me suaviza el corazón.

A Liquiñe bajan los sueños

Saliendo de Liquiñe a una veintena de minutos a pie por un camino de tierra, en las colinas que bordean al pueblo se pueden encontrar varias termas de agua caliente (60 grados)Al entrar en la piscina solitaria observo entre los cerros de la enorme cascada que parece brotar del cielo. La montaña entera se escurre en el valle y las aguas se pierden hacia el lago Neltume anunciando la noche.
Espero largos momentos sumergido en las aguas volcánicas y cuando las sombras invaden el lugar intento volver empapado de estrellas y de imágenes. Un inmensa fatiga me invade y desciendo el camino ayudado por las luciérnagas de Liquiñe que parpadean indicando la senda de los sueños que bajan también de Carirriñe.