martes, 10 de febrero de 2009

La escuela de Lloncao y el universo


De Peleco siga hasta Cañete algunos metros y doble a la izquierda por el largo camino de tierra que ondula entre lo que es en realidad dunas y hondonadas que conducen hasta el mar. El primer caserío que asoma es Lloncao y su escuela. Ya casi se puede imaginar el ruido que la chiquillería hará cuando vendrá en Marzo a llenarla de risas y de carreras. Serán como polluelos protegidos por la mirada tierna y severa de algunos profesores que deambularán por el patio donde se incuba la esperanza. La imagen muestra a una niña que sonríe simplemente con un kultrún en sus brazos, el tambor chamánico de los mapuches. En sus minúsculos aritos se balancean pequeños kultrunes de metal plateado. Es el mundo simbólico de las cuatro esquinas, el Meli Witran Mapu, que está allí suspendido y que danza. No sabemos de que estará hecho ese mundo en el cual ella crecerá, cuál será el mundo que le hemos preparado, el mundo que le estamos dejando. Ella sólo sonríe porque todavía confía en la humanidad que los adultos hemos forjado para los niños, para todos los niños que llevan el universo camino a la escuela. (Pepe Caterva)