jueves, 26 de febrero de 2009

Música y Nehuén en Ponotro


Baje temprano a la playa y sobre la arena busque las doradas piedrecillas con las que el mar cada mañana adorna la arena gris de Quidico.

La flor roja encaramada y la serpiente verde


Atrás queda el ruido de las olas cuando emprendo el camino que bordea las vegas y los meandros. Las vertientes se precipitan borbollando a mi encuentro y se escurren entre el follaje. Adivino las plantas medicinales, el boldo, la mentapoleo y siento palpitar sus aromas infinitos. La tierra también huele, a tierra, a madera. A lo lejos los perros de una casa escondida escuchan mi paso y me señalan a los pájaros. Una flor escarlata y solitaria me observa desde lo alto encaramada en sus verdes lianas de Caicai.

Reunión de RelmuWitral


Hay que tomar decisiones sobre el futuro de la cooperativa, preparar diseños, intercambiar experiencias para extraer colores, buscar lana, enterarse de amigos, conocidos y parientes. Las mujeres de Relmu Witral se reunen en su local al calor de la estufa y mientras charlan, el mate espera paciente que la conversación se anime para ser el vínculo que entrelaza - por no decir teje - las voluntades de las tejedoras del Arco Iris mapuche.

viernes, 20 de febrero de 2009

El telar del Lleu-lleu



Cuando vamos al Lleu-lleu pasando frente a la escuela San Ramón el camino se interna entre las colinas y el lago se percibe a veces en un recodo del camino. Al fondo los cerros hacia el oriente están erizados de pinos y las explotaciones forestales dejan enormes heridas abiertas en el bosque artificial frente al lago. En la orilla poniente del Lleu-lleu las comunidades mapuche cultivan la tierra y proponen sencillos hospedajes y tranquilos campings a los veraneantes que huyen del turismo de masa. En una de las humildes casas del sector una tejedora acepta mostrar su arte y sus manos rápidas y seguras van creando mágicamente una hermosa frazada suave y blanca como un borrego que servirá para los largos y húmedos inviernos del Sur.

martes, 17 de febrero de 2009

Las redes del olvido


Arriba en la plazoleta hay juegos para niños y es entre los columpios y las risas infantiles que los pescadores instalan las redes como enormes nubes verdes que flotan entre el cabrerío. Luego se instalan a esperar la marea o que el mar se calme para salir hasta la isla Mocha quizás. Hace muchos años en la playa se sacaban las tacas que junto con los mariscos hicieron famoso a Quidico pero eso es algo del pasado. Por escasez de pescado y de productos marinos los pescadores abandonan poco a poco el oficio y tienen que emigrar más al sur para buscar trabajo en una salmonera o en lo que sea.
Las redes de la plazoleta pronto serán un recuerdo que perdurará en las memoria como el símbolo de una actividad que declina lentamente. Las nubes verdes de la plazoleta no acompañaran más los juegos infantiles y se hundirán en el océano del olvido.

martes, 10 de febrero de 2009

La escuela de Lloncao y el universo


De Peleco siga hasta Cañete algunos metros y doble a la izquierda por el largo camino de tierra que ondula entre lo que es en realidad dunas y hondonadas que conducen hasta el mar. El primer caserío que asoma es Lloncao y su escuela. Ya casi se puede imaginar el ruido que la chiquillería hará cuando vendrá en Marzo a llenarla de risas y de carreras. Serán como polluelos protegidos por la mirada tierna y severa de algunos profesores que deambularán por el patio donde se incuba la esperanza. La imagen muestra a una niña que sonríe simplemente con un kultrún en sus brazos, el tambor chamánico de los mapuches. En sus minúsculos aritos se balancean pequeños kultrunes de metal plateado. Es el mundo simbólico de las cuatro esquinas, el Meli Witran Mapu, que está allí suspendido y que danza. No sabemos de que estará hecho ese mundo en el cual ella crecerá, cuál será el mundo que le hemos preparado, el mundo que le estamos dejando. Ella sólo sonríe porque todavía confía en la humanidad que los adultos hemos forjado para los niños, para todos los niños que llevan el universo camino a la escuela. (Pepe Caterva)

miércoles, 4 de febrero de 2009

La Madonna Lafkenche de Ponotro


La imagen casi miguelangelina de esta muchacha y su hijo durmiendo placidamente en su regazo nos transporta a la Italia renancentista. La suave mirada de la joven madre que evita el objetivo de la cámara deja flotar un sentimiento de lejana plenitud que se separa del tiempo presente. El niño parece flotar en esos brazos envuelto en la infinita ternura de la madre. Los rasgos de los dos personajes están esplendidamente tranquilos y la calma invade los rostros, las formas y se armoniza con el espacio que completa el conjunto. Se desprende entonces una profunda comunión entre esos dos seres y la imagen se convierte en un ícono del amor maternal que protege y de la vida que se prolonga con el descanso y en el sueño del niño.
(José Caterva)

"Virgen con niño" (1503) Miguel Angel - Capilla de la Iglesia de La Madonna de Brujas (Bruges, Bélgica)

martes, 3 de febrero de 2009

El pasaje sin nombre


El nombre de este pasaje se perdió entre los papeles de un loteo lejano y los habitantes lo llaman simplemente " el pasaje sin nombre" o "el de las escaleras". Lo cierto es que esta pequeña calleja conduce hacia el pequeño restaurante "el Galeón" donde las almas en pena se regocijan con las empanaditas de mariscos a toda hora. El pasaje ya mentado permite observar la playa tranquilamente puesto que ningún vehículo puede utilizarlo como la foto lo indica. Los vecinos que allí habitan son conocidos en el pueblo por su hospitalidad sencilla y fraternal. Llegada la noche, el lugar ofrece uno de los mejores puntos de vista del litoral cuando estrellas y luces de la localidad se enlazan ofreciéndonos centellos y resplandores matizados de rumores del oleaje que termina por dormirse en la playa.

Y Quidico fue...


Esta es una de las imágenes más antiguas que se conoce del pueblo, en la década de los 50 cuando era la época del "Machascaras" y un camino de tierra se aventuraba hasta la caleta. El trigo ondulaba en las colinas, era el verano y algunos veraneantes (que en aquél entonces se llamaban "visitas")llegan hasta este fin del mundo. El terremoto del 60 no había pasado, ni la copa del mundo del 62, ni habían aparecido los Beatles, ni siquiera el hombre había llegado a la luna... pero se llegaba ya hasta Quidico.

domingo, 1 de febrero de 2009

El sendero del agua


Cuando emprendemos camino, dejamos camino nuestro atrás. "Se hace camino al andar..." decía el poeta. Pero ¿qué pasa cuando el camino que se perfila al horizonte se anuncia como un sendero fluvial, como meandros que ondulan con reflejos y profundidades? Bachelard hablaba de las profundidades duales del agua: el ilimitado horizonte marino y las obscuras fosas abisales. Dos infinitos que nos inquietan por su dualidad concentrada en la misma materia: el agua. Pero no es un sentimiento de inquietud que esta imagen me despierta. Cuando me avanzo por esta calle del pueblo percibo mi ruta como una lógica que me conduce al sendero de agua como a un nuevo camino. Mágica superposición de planos que me intriga y me encanta como en un sueño desvelado (peuma será, diría un mapuche que puede expresarlo en su idioma) que durante un instante me propone un viaje chamánico a la región donde duermen nuestros antiguos.
Una tracalada de chiquillos que pasa gritando a mi lado me trae de nuevo a la realidad y bajo lentamente la calle, triste porque descubro, apesumbrado, que inevitablemente los dos senderos se separan.