"Cuando preparaba el despegue hubo gente del lugar que vino a mirar lo que hacía, extrañados. Todos pensaban que estaba loco o que al último momento iba a desistir, pero esperaban pacientemente que extendiera el parapente para asistir al espectáculo. Desde el acantilado se veían las olas blancas de espuma pero el viento estaba bajando y la tarde era cálida. Las condiciones eran espléndidas.Cuando despegué muchos gritaron felices y los vi correr agitando los brazos como si no creyeran que volar fuese tan fácil. Al llegar a la playa de Puerto Saavedra con la mente repleta de esas imágenes que sentimos cuando se vuela sobre el mar, sólo unas hurañas gaviotas me miraron guardar mis cosas, indiferentes y distantes. Comprendí entonces que para ellas volar era sólo un quehacer cotidiano." Testimonio del piloto del parapente Free-X.
