domingo, 1 de febrero de 2009

El sendero del agua


Cuando emprendemos camino, dejamos camino nuestro atrás. "Se hace camino al andar..." decía el poeta. Pero ¿qué pasa cuando el camino que se perfila al horizonte se anuncia como un sendero fluvial, como meandros que ondulan con reflejos y profundidades? Bachelard hablaba de las profundidades duales del agua: el ilimitado horizonte marino y las obscuras fosas abisales. Dos infinitos que nos inquietan por su dualidad concentrada en la misma materia: el agua. Pero no es un sentimiento de inquietud que esta imagen me despierta. Cuando me avanzo por esta calle del pueblo percibo mi ruta como una lógica que me conduce al sendero de agua como a un nuevo camino. Mágica superposición de planos que me intriga y me encanta como en un sueño desvelado (peuma será, diría un mapuche que puede expresarlo en su idioma) que durante un instante me propone un viaje chamánico a la región donde duermen nuestros antiguos.
Una tracalada de chiquillos que pasa gritando a mi lado me trae de nuevo a la realidad y bajo lentamente la calle, triste porque descubro, apesumbrado, que inevitablemente los dos senderos se separan.