miércoles, 4 de marzo de 2009

Tarde de Sol


Entre las ramas del valle descubrimos la lengua de plata del río Quidico que serpentea lentamente desde la laguna, bajando perezoso hasta la playa. A veces una pescador remonta las aguas en un viejo bote de colores y juega con sus vueltas infinitas y sus díafanos meandros. El sol se mira en el río, lo hace centellear entibiando su espejo profundo y frío y luego se va a esconderse detrás de la Isla Mocha envolviendo a los espíritus antiguos entre las nacientes sombras del atardecer.

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